En pleno corazón de Jiménez, un grupo de vecinos se convirtió en guardián de la historia al alzar la voz por un inmueble que, aunque olvidado por muchos, sigue latiendo en la memoria colectiva: el antiguo molino harinero. Con más de un siglo de vida, esta estructura emblemática enfrentaba un riesgo inminente de colapso… hasta que algo maravilloso ocurrió.

Alertados por el visible deterioro del edificio —vigas vencidas, muros debilitados y techos a punto de ceder—, los habitantes de la zona centro decidieron tomar acción. Con preocupación genuina y amor por su ciudad, difundieron imágenes, tocaron puertas y exigieron una intervención urgente. Pero lo que realmente marcó la diferencia fue la respuesta inmediata del alcalde Francisco Andrés Muñoz Velázquez, quien giró instrucciones puntuales a Protección Civil para atender el caso sin demora.

Gracias a esa rápida reacción desde el gobierno municipal, elementos de Protección Civil acudieron al lugar, hicieron una inspección detallada y confirmaron que la estructura representa un peligro real. Se colocaron cintas de restricción y se delimitaron áreas para evitar accidentes, mientras se planean las acciones técnicas que podrían incluir apuntalamiento, restauración o resguardo.

Este gesto no solo evitó una tragedia, sino que también dio un mensaje claro: cuando el pueblo y el gobierno trabajan juntos, se puede proteger lo más valioso que tenemos: nuestra historia.

El molino harinero de Jiménez no es una construcción cualquiera. Se trata de un símbolo del esfuerzo agrícola e industrial que marcó a generaciones. Muchos adultos mayores aún recuerdan cuando ahí se molía el grano que alimentaba a las familias de toda la región. El polvo de harina y el sonido constante de las piedras eran parte del alma del pueblo.

Hoy, ese alma sigue viva gracias al compromiso de su gente… y de su alcalde.

El presidente municipal, Francisco Andrés Muñoz Velázquez, no solo escuchó, sino que actuó con rapidez y sensibilidad, dejando claro que su administración tiene claro el valor de preservar lo que nos hace únicos. Además, ya se abrió la posibilidad de colaborar con organizaciones culturales que están interesadas en transformar el molino en un espacio cultural o museo, conservando así la memoria viva de Jiménez.

Mientras tanto, vecinos como doña Martha, que vive frente al edificio, respiran tranquilos. “Nos da gusto saber que no se va a caer así nomás. Le agradecemos mucho al alcalde por escuchar”, comenta con una sonrisa y los ojos brillosos de emoción.

Desde Buen Día Chihuahua, creemos firmemente que rescatar la historia es también construir el futuro. Cuando un alcalde escucha a su gente y actúa con amor por su ciudad, florece la esperanza de un mañana con raíces más profundas y orgullosas.