Esta semana, el tipo de cambio volvió a moverse y el dólar se colocó en 18.77 pesos, marcando una ligera depreciación del peso mexicano. Para muchos, esto podría parecer una mala noticia. Después de todo, el valor del dólar es un termómetro que millones de personas siguen con atención: empresarios, exportadores, familias con remesas, viajeros, incluso quienes apenas empiezan a ahorrar.
Pero si algo nos enseña la economía es que no todo movimiento es negativo. Las fluctuaciones cambiarias forman parte natural de un país vivo, interconectado y en transformación constante, como lo es México. En un mundo donde el precio del petróleo, las decisiones de la Reserva Federal y las tensiones geopolíticas afectan directamente a nuestras monedas, no se puede esperar una línea recta. Lo importante no es que el dólar suba o baje por unos centavos, sino cómo reacciona el país.
Y ahí es donde hay motivos para tener esperanza. México sigue mostrando fortalezas estructurales relevantes: las reservas internacionales permanecen estables, el control de la inflación ha sido mucho más exitoso que en muchos países del hemisferio, y el empleo sigue generándose, aunque con retos. A pesar del entorno global, la economía mexicana se mantiene firme en sus cimientos.
Incluso, esta ligera depreciación puede abrir nuevas ventanas de oportunidad. Exportadores, pequeñas empresas tecnológicas y el sector turístico suelen beneficiarse cuando el peso se deprecia moderadamente. Productos y servicios mexicanos se vuelven más atractivos en el extranjero, lo que puede impulsar ventas y atraer divisas.
Pero también es momento de reflexionar sobre lo que aún nos falta. En muchas casas, la palabra “dólar” genera miedo porque no hay una cultura de educación financiera sólida. Aún falta llevar a las escuelas, a las familias y a los espacios públicos el conocimiento necesario para entender cómo funciona el dinero, cómo se planifica un ahorro, cómo se protege un ingreso. No basta con tener una moneda fuerte: necesitamos una ciudadanía fuerte, informada, capaz de navegar con inteligencia los altibajos económicos.
Esta noticia, entonces, no es solo una cifra. Es una oportunidad para mirar con seriedad lo que nos toca mejorar como país y como individuos, pero también para reconocer que, a pesar de todo, México no se ha quebrado. Al contrario: sigue de pie, sigue produciendo, sigue adaptándose.
En un mundo que cambia cada minuto, la estabilidad real no está en los números, sino en la gente que trabaja, que emprende, que se levanta todos los días a construir futuro.
Desde Buen Día Chihuahua, creemos que el verdadero valor de un país está en su gente. Donde hay educación financiera y visión a largo plazo, florece una economía más humana. Porque la fuerza de una nación no se mide por su moneda, sino por su voluntad de salir adelante.